Un periodista de la revista France Football le preguntó a Roger
Milla que cuál había sido el mejor momento de aquel Mundial de Italia en 1990. El
camerunés le respondió que el más placentero fue cuando el presidente de su
país, Paul Biya, estrechó la mano de muchos mandatarios de otras naciones justo
el día en que los Leones indomables había derrotado al campeón Argentina en la
inauguración de la copa. Biya ha gobernado Camerún desde 1982, sorteado varias
crisis que han puesto a debate su gobierno, como el fraude electoral que
perpetró en 1992, así como la controversia de ser uno de los 10 políticos más
ricos del planeta cuando más de la mitad de su pueblo vive en pobreza extrema.
Pero algo que no ha logrado el presidente es controlar el poder y popularidad
de un hombre que a los ocho años, en una pared gris de la ciudad de Duala,
tocaba con la cabeza los círculos blancos que estaban pintados para perfeccionar
su técnica: se llama Samuel Eto’o el periodista Simon Kuper en su libro Futbol
contra el enemigo relata por qué Camerún es un sitio de grandes futbolistas.
“no tiene nada que ver con sus capacidades físicas, es porque todo el tiempo
juegan futbol; de mañana, de tarde, de noche”. En las calles de Yaundé, la
capital del país, los hombres se distinguen por dos tipos: los que usan
playeras de futbol y los que usan playeras con leyendas políticas. Y Samuel
hace de las dos: política y futbol. Probablemente en el mundo no hay un líder
más influyente en su selección que él. Ha sido el jefe en al menos tres huelgas
al interior de los Leones indomables que han exigido el pago de primas: la
primera en los Juegos olímpicos del 2000, cuando ganaron la medalla de oro y
exigían 15,000 euros para cada jugador; hace dos años cumplió su amenaza y no
permitió que el equipo saltara a la cancha en un amistoso contra Argelia y la
última hace unos días, cuando evitó que sus compañeros se subieran al avión para
jugar el Mundial en Brasil. El poder de Biya le ha permitido estar en el mando por
34 años. Transparencia Internacional coloca a su país en el puesto 146 de 178
entre los más corruptos de planeta y, como detalla el diario El Mundo, “desde
1982 ninguna elección ha estado limpia de sospechas”. Paul también fue el
responsable de que Milla, a sus 42 años y tras el éxito de Italia 90, jugara en
la Copa de estados Unidos 94 y recientemente llamó al presidente de la
Federación camerunesa para solicitarle reducir (o quizás exigir) el castigo al
que había sido objeto Samuel por boicotear aquel partido ante Argelia. El
presidente del país africano se vio obligado a hacer un sitio en su agenda para
reunirse con Samuel; no tener al ganador de Champions League de su lado podría
mermar su popularidad. Eto’o certifica su poder casi igualmente que cuando está
frente a un arco rival, es letal. Ha sido elegido cuatro veces como el mejor
jugador de África y acumula en los clubes europeos, en los que ha participado
17 títulos de todo tipo. Samuel manda en Camerún como también lo ha hecho en
otros sitios. Fue el principal promotor de que al Anzhi, club ruso ubicado en
la zona del Cáucaso de norte, se le permitiera jugar como local en los torneos
europeos pese a los conflictos sociales y militares de la región. “si Tel Aviv
o Afganistán juegan en casa, por qué nosotros no”, dijo a la prensa
internacional. El delantero del Chelsea es quizá uno de los hombres más ricos
del país. Viste a la moda, generalmente de playera; le gusta llevar gorra de
Yankees de nueva York; maneja autos Ferrari, Porsche o Busatti y su fortuna
seguro que supera los 90 millones de dólares. Pero él nunca olvida África. “el
futbol no es política, pero también llega a mucha gente”, dice el camerunés que
dedica sus goles a sus connacionales. A Eto’o le gusta la política. Sus
cercanos y él mismo ha reconocido que lee libros cameruneses sobre el tema y en
cada partido de su selección da un discurso ante los medios de comunicación que
parece más apropiado a una campaña electoral. “Jugamos para que la gente de mi
país siga teniendo la ilusión ante las dificultades”, y también está su forma
de apoyar mediante su fundación. En febrero del 2005, Paul Biya envió una carta
a Samuel Eto’o por ganar por tercer año consecutivo la distinción de Jugador
del año de África en tono de una jefe de estado a otro. El documento concluía a
la letra así: “acepte, señor, mis consideraciones”.
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